LA FE SE AFERRA A LA PROMESA MISERICORDIOSA DE JESÚS
Cuando él los vio, les dijo: “Id, mostraos a los sacerdotes.” Y aconteció que, mientras iban, quedaron limpios
Lucas 17:14
¿Puede usted pensar en la gran fe de los diez leprosos? Jesús los envió con su enfermedad horrorosa de la piel, a que vieran a los sacerdotes antes de regresar a la sociedad. ¿Los culparíamos por no estar seguros de si debían ir? ¡Qué pensamientos deben haber pasado por su mente! Cuando se miraron el cuerpo, pudieron ver que estaban enfermos con las heridas abiertas porque la lepra no había desaparecido. ¿Por qué debían ir a ver a los sacerdotes? Ellos solamente les dirían que eran impuros.
La Biblia no nos dice lo que estos hombres pensaron, pero el evangelio de Lucas nos relata lo que hicieron. Los hombres obedecieron el mandato claro de Jesús y fueron a ver a los sacerdotes quienes podían determinar si ya estaban limpios o no. No hicieron ninguna pregunta, y confiaron en el poder de Jesús con mucha esperanza.
¿De dónde vino la fe de estos hombres enfermos? El Espíritu Santo usa las palabras de misericordia de Dios para crear la fe viva y activa en el corazón. Esta fe lleva al pueblo de Dios a hacer cosas que parecen tonterías a los no-creyentes.
Por ejemplo, piense en algunos personajes bíblicos bien conocidos: Noé construyó en tierra seca el arca gigantesca según el mandato de Dios; y Abraham dejó a su familia y fue a una tierra extraña porque Dios lo llamó. ¿Por qué hicieron todo eso? Porque creían y confiaban en la palabra del único y verdadero Dios.
La Biblia nos enseña que los cristianos “por fe andamos, no por vista” (2 Corintios 5:7). La palabra de Dios nos pide que creamos muchas cosas que no podemos ver con los ojos ni entender con la mente. Fíjense en los sacramentos del Santo Bautismo y la Santa Cena. Aunque no entendamos cómo el bautismo puede hacer que un bebe pecador entre en la familia de Dios, lo creemos porque así dice Dios al llamarlo “el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo” (Tito 3:5). Por lo tanto bautizando a los niños y a los adultos. Tampoco podemos entender cómo el verdadero cuerpo y la verdadera sangre del Señor pueden estar presentes en la Santa Cena, junto con el pan y el vino. Simplemente creemos lo que Jesús nos dice en su Palabra.
Las grandes verdades de la salvación incluyen cosas que no podemos ver. Entre ellas están: el perdón de los pecados, la resurrección de entre los muertos en el Último Día, y la vida eterna en el cielo. ¡Qué extrañas nos parecen estas cosas en el mundo que está lleno de pecado y de dolor! Así como los leprosos, aprendemos a aferrarnos con fe a las promesas misericordiosas de Jesús.
Oración:
Amado Señor Jesús, sigue quitando toda duda de mi corazón y ayúdame a confiar en todas tus promesas de misericordia. Amén.