Gestionar la Temporada Ciclónica (El Fracaso de la Alcaldía)

Cuenta un buen adagio popular que “en mar calmo cualquiera puede ser capitán de una nave”, en momento de crisis es que se sabe quién es un buen timonero, Fiona nos ha tendido un gran telón para analizar profundamente sus efectos ”sorpresivos” y las responsabilidades municipales de los inquilinos del ayuntamiento.

La Alcaldía de Las Terrenas ha fracasado en términos cuantitativos y cualitativos en el proceso de manejo de la crisis generada por este huracán. Las acciones emprendidas desde el Cabildo antes, durante y después del siniestro no se corresponden en lo absoluto con el nivel de seriedad que demanda un fenómeno tan peligroso como un ciclón; ni obedecen en modo alguno a una programación sistemática basada en la planificación, organización y ejecución de un protocolo como el que exige el asunto.

No observamos ninguna labor preventiva llevada a cabo por el ayuntamiento, a pesar de tener información clara y precisa sobre el paso inminente de Fiona por nuestro territorio, tampoco se tomó ninguna medida de trascendencia durante los momentos críticos del huracán; y los trabajos posteriores al desastre han resultado lentos, tediosos, ineficaces y desorganizados.

Pero probablemente este fracaso no esté asociado a un hecho nunca antes visto, sino que es el resultado con antecedentes de la “Falta de Gestión de la Temporada Ciclónica” que históricamente hemos padecido. Las Terrenas es un municipio vulnerable a los efectos de fenómenos de este tipo (afortunadamente la suerte nos ha acompañado), por su condición de zona costera con un pueblo erigido muy cerca del mar y por el hecho de tener un río enclavado exactamente en el centro de la urbe, por citar dos ejemplos.

Así las cosas, con tanta información precisa sobre la temporada ciclónica, sus efectos, su duración, la proyección de fenómenos cada año, los meses más activos, la ruta de los huracanes y tormentas y la posibilidad cierta de detectarlos y darle seguimiento a toda hora, no es posible que la alcaldía sea sorprendida de este modo por un evento natural.

Lo que ocurre es que jamás se ha considerado y analizado la temporada ciclónica en su justa dimensión, no ha llegado una administración local que entienda que esta época del año debe de ser objeto de estudio serio, con el fin de crear un protocolo obligatorio anual que cuente con un marco normativo que comprometa a cualquiera que dirija el ayuntamiento; y provea el cabildo de un mecanismo efectivo para enfrentar los efectos de los huracanes en sentido general.

La Alcaldía tiene que crear un programa de gestión con partidas presupuestarias asignadas cada año exclusivamente para preparar el municipio para la temporada ciclónica. Este programa tendría la responsabilidad de enfrentar todos los desafíos que supone la época, empezando desde finales de junio con jornadas de limpieza y acondicionamiento de ríos, cañadas, canales, Contenes, cunetas y zanjas que sirven de desagüe; así como también el corte y poda de árboles que juiciosamente puedan representar peligro en caso de vientos fuertes.

De igual modo, identificar y cuantificar los hogares cimentados en zonas vulnerables con el fin de disponer su desplazamiento antes de que cualquier huracán toque nuestro territorio. Asimismo, activar un dispositivo de reacción inmediata que actúe de forma preventiva frente a cada fenómeno que se presente y ofrezca respuestas a la población durante cualquier siniestro y llegue hasta septiembre de cada año dándole seguimiento y monitoreo constante al desarrollo de la temporada ciclónica.

En fin, invertir recursos, tiempo, tecnología y conocimiento en un tema como este es algo que vale realmente la pena, los huracanes ponen en peligro serio la vida, la integridad y los bienes. Afortunadamente a Fiona no le dio la voluntad de verter en nuestras tierras los niveles de lluvias que arrojó en Puerto Rico, variable que provocó que nuestros ríos no se desbordaran, de lo contrario, quizá estaríamos hoy contando una historia muy diferente.

Por Giordano Abreu

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